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A cien años del natalicio de Juan Rulfo, la obra del escritor mejicano renace y trasciende en un estado perentorio que la hace universal. En Sayula la muerte ronda como si se tratara del mismísimo viento de los desiertos arenosos y resecos de vida que retrata el olvido de los pueblos habitados por gente que aparece y desaparece. Rulfo es así, No muy lejos de allí, detrás de las montañas que parecieran verse muy próximas, está Comala, otro “vivo” reducto de personajes fantasmagóricamente fascinantes y humanamente concebidos en las manos y el carácter del autor. Sin duda que con la obra de Rulfo se marca un hito en la literatura latinoamericana, una exquisita muestra de esa miserableza de vidas desprovistas de sosiego y cargadas de lucha, a la par con las desavenencias que acarrea la desgracia de la muerte y la desidia de los desiertos tan moribundos como los infortunios que lo habitan.

Por estos días se conmemoran los cien años del nacimiento de Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno (Sayula, Jalisco 1917 – Ciudad de México 1986) o como bien se conoce por sus obras Juan Rulfo, un mejicano que además de escritor le movía el interés por la fotografía y la escritura de guiones para cine. En centros culturales de España y Méjico, así como en Latino américa se adelantan eventos dedicados a celebrar su natalicio y traer a las nuevas generaciones el gusto por leer sus obras. Saudade se suma a esta celebración del modo más simple pero no menos relevante, invitando a todos nuestros lectores a leer El Llano en Llamas, Pedro Páramo, y a conocer a fondo la obra de Juan Rulfo disfrutando de esa universalidad con la que dibuja las diversas desavenencias que puede padecer el ser humano. 

Cien años del natalicio de Juan Rulfo.

POESÍA

Tríptico

Es una oda al silencio de los astros. Un manifiesto de sus voces que no se escuchan aun a pesar de su inmensidad. Una Tierra que se asfixia y un Sol que reflexiona sobre su soledad. Una luna que consuela al poeta y un cielo que se despierta a diario repleto de nubes húmedas, una protesta hacia una humanidad que los ignora.

Creo que Tríptico provee al lector de una poesía renovada y cargada de simplicidad expresiva que describe el sentir de los astros”. No hago cosa distinta que personificar no solo al sol o a la luna, sino que a partir de una profunda reflexión trato de dar legitimidad a su existencia, en un universo que envuelve al espíritu en ese halo de misterio que lo eleva a preguntarse una y otra vez sobre sí mismo y sobre su rol en los cambios que suceden alrededor.

Sol

 

Yo soy sol

un preámbulo de luces sofocantes

 

Yo soy luz

   claridad necesaria a las nimiedades

 

Yo soy razón

filosofía encarnizada sin principio ni fin

 

Yo soy calor

necesidad fisiológica que excreta mi cuerpo

recogocijo de mis huesos para sentirme vivo

 

Yo soy todo

menos un astro rey.

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